- A pesar de estar más de 100 días con sus negocios cerrados, este botillero de Santiago Centro no baja los brazos. Tras reabrir sus puertas, con la compañía constante de su familia, ha recibido el apoyo y aprecio de sus vecinos.
Ni sus cuarenta años de experiencia, seis quiebras y varias crisis sobre los hombros prepararon a Ricardo Palma (61) para lo que sería este 2020. Durante 110 días, sus seis Licorerías Chalito ubicadas en Santiago Centro, permanecieron cerradas, acumulando compromisos económicos y manteniendo a sus 18 trabajadores en pausa a la espera que mejorara el escenario sanitario por el COVID-19. Con más temores que certezas, reabrió en julio para sorprenderse por la calurosa recepción de su clientela. “Fue increíble. Una de las cosas más gratificantes de volver ha sido ver el cariño de nuestros clientes”, cuenta ya más tranquilo y optimista.
Cuatro décadas de trabajo arduo
“El 5 de abril del ´82 empecé con mi primer local. Al principio estaba solo, era joven, inexperto, no tenía asesoría financiera, cometí varios errores. Creo que el punto de inflexión fue cuando crecieron mis hijos. A los 14, mi hijo Gonzalo (30) ya me ayudaba en el negocio, mi mujer Laura asumió la contabilidad y mi hija María Ignacia (25) ahora se hará cargo de la tabaquería que inauguraremos pronto”.
La crisis de los 110 días
“Tomamos la decisión de no trabajar para proteger a la tía de mi señora, que es mayor y vive con nosotros. Pero el día 100 te das cuenta de que, si sigue así, vas a quebrar. Empezaron a llamar los proveedores, había cheques sin pagar, mis empleados estaban con sus contratos suspendidos. He pasado por otras crisis, pero ninguna como esta. Estar encerrado es una presión psicológica y también económica”.
Un gratificante retorno
“Para volver los primeros días de julio tomamos todas las precauciones que daba la autoridad: depósitos de alcohol gel, mascarillas, amonio cuaternario y distancia en el negocio… ¡Y fue tan gratificante el regreso! Las personas inundaron nuestro Instagram, nos dijeron que nos echaban de menos, que nos esperaban. Yo comentaba esto con mi mujer y le decía, ¿Viste? Hemos hecho bien las cosas y hemos recibido lo mismo de nuestros clientes”.
El cliente primero
“Lo que más me gusta de mi trabajo es el trato con el público. Me gusta que me pregunten ¿Usted tiene este vino? Y yo respondo, No, pero se lo consigo. Hablo con los vendedores, lo busco, lo traigo a mi local y mis clientes quedan felices”.
Alejar fantasmas
“A cualquier comerciante yo le recomiendo mantener su negocio siempre activo. Las botillerías están muy estigmatizadas, se les ve como un negocio oscuro, un antro. Pero no. Hay que innovar, renovar el espacio, iluminar el local, mantener limpio. El cliente reconocerá eso”.
Contar con buenos proveedores
“Cuando cerré el 26 de marzo, CCU fue el proveedor al que más le quedé debiendo, pero el primero con el que me arreglé. No me pusieron ninguna traba. Otros proveedores me hicieron firmar pagaré. CCU, en cambio, me presentó un proyecto de pago, me devolvió mi crédito paulatinamente y todo este tiempo me han hecho ofertas para ayudarme con mis letreros, renovar mis refrigeradores, siempre he tenido su apoyo”.
**REPORTAJE PUBLICADO EN LA REVISTA ENCCUENTRO DE SEPTIEMBRE, PARA REVISARLO HACER CLICK AQUÍ