María Elena Sanz, dueña del Pinpilinpausha: “Este es un restaurante con alma”

Publicado el 1 de septiembre 2022
  • Fue fundado en 1940 por un inmigrante español que quiso forjar un futuro mejor. Hoy el Pinpilinpausha sigue destacando por sus exquisitas preparaciones mediterráneas, trato cercano y congregar a distintas generaciones de trabajadores y clientes bajo su tradicional y reconocido sello familiar.

En 1938 Mauricio Sanz arribó a Chile desde España. Junto a su mujer y sus hijos. Mauricio y María Luisa, dejaba atrás la turbulencia política de su país y se embarcaba en una nueva aventura en tierras lejanas. Lleno de esperanza y la fuerza que caracteriza a los emprendedores, se puso manos a la obra.

Tal como lo había hecho en su natal País Vasco, instaló un restaurante de comida española. Callos a la madrileña, calamares en su tinta y churros con chocolate eran algunos de los platos que se propuso ofrecer a los comensales que transitaban por el centro de Santiago. Y, así, en un ambiente familiar, desplegando un trato cercano y entregando buen servicio, creó el Pinpilinpausha, en plena Galería Imperio.

“Era un local distinto al de hoy. Era una tasca de harta bohemia. La gente sacaba número, almorzaban y volvían a trabajar. Se atendían hasta 600 personas diarias, principalmente abogados y banqueros, pero también convocaba a poetas y escritores. ¡Hasta Neruda estuvo ahí! Era un lugar cálido, con muy buena comida y atendido por sus propios dueños, como hasta hoy”, describe María Elena Sanz, nieta del fundador.

Hoy ella y su hermana Carolina están a cargo de este restaurante, ubicado en Isidora Goyenechea desde 1994, el cual ha heredado esa tradición y sello que le impregnaron su abuelo y luego su padre “el pilar del Pinpi”, como asegura.

“Somos siete hermanos y este restaurante es como el octavo. Aquí trabajan personas que han estado con nosotros por 30 años. Tenemos clientes de décadas que vienen todos los días a la misma mesa y ahora recibimos a sus nietos y ejecutivos, que trabajan en la zona. Este es un restaurante con alma”, detalla María Elena, relacionadora pública, quien está a cargo de los comedores y la cocina, mientras que su hermana Carolina se encarga de las finanzas.

¿Cómo trascender en el tiempo con un restaurante? ¿Cómo mantenerlo vigente sin perder su sello y espíritu a través de tres generaciones? María Elena nos entrega las claves del éxito del tradicional y querido Pinpilinpausha.

  • Gastronomía en las venas. Por ambos lados -paterno y materno- estamos relacionados con restaurantes y hoteles. Y ahora mis hermanos tienen el Hotel Bidasoa fundado por mi papá en 1989. Mi padre se crió en el Pinpilinpausha de Galería Imperio y luego de Matías Cousiño y nos llevó a nosotros desde chicos al restaurant en el centro. Él -quien falleció el año pasado- fue el gran líder, todos los recuerdan siempre. Se preocupaba de la vida de todos quienes trabajaban con él y estaba muy cerca de sus clientes. Impregnó un modo de hacer las cosas, siempre con mucho respeto, que hemos continuado. Aquí hay mucha historia. Este es un restaurante con alma.
  • Atendido por sus propios dueños. El restaurante es como una casa. Detrás de cada detalle hay un gran trabajo. Para que el Pinpi siga siendo lo que es hoy ha sido clave que sea atendido por sus propios dueños. Son ellos los que le inyectan el carácter. Con mi hermana pasamos el 98% del tiempo aquí.
  • Cliente en el corazón. Estamos en un área donde el cliente es fundamental. Y tener a un grupo que te siga desde hace más de 40 años refleja la preocupación que hay por ellos. Si uno llega y no puede comer lo que hay porque está enfermo, le preparamos una cazuela, aunque no esté en la carta. Con la Carolina siempre estamos aquí para conversar con ellos. Al cliente le gusta comentar las cosas buenas y también las malas y eso hay que aprovecharlo. Y una anécdota: pese a que nos trasladamos desde el centro a El Golf hace 28 años, aún nos llaman para preguntarnos si seguimos atendiendo en el centro. Es muy nostálgico.
  • Adaptarse a los nuevos tiempos sin perder la esencia. Uno no se puede quedar pegado en el tiempo, ¡hay que renovarse! Nuestra carta ya no es la misma del comienzo. Hoy no solo tenemos comida española, sino que también mediterránea y platos para veganos. La idea es tener una oferta para todos. También renovamos la decoración, instalamos una terraza verde porque sabemos que la experiencia va más allá de comer y nos involucramos en el reciclaje y tener huella cero.
  • Calidad. Siempre ha sido así. En este restaurante solo cocinamos con productos de calidad. Todos los días los revisamos y probamos las preparaciones con mi hermana. Desde hace dos años, por ejemplo, que no ofrecemos calamares porque no hemos conseguido el calibre que necesitamos para que la preparación quede perfecta.

 

** REPORTAJE PUBLICADO EN LA REVISTA ENCCUENTRO DE AGOSTO, PARA REVISARLO HACER CLICK AQUÍ