Historias de vida en CCU

Publicado el 2 de junio 2022
  • Tres trabajadores, cerca de 40 años de trayectoria, mucha perseverancia, voluntad e innovación. Conoce la historia de algunos de los vendedores de la compañía con más trayectoria en el país.

Vendieron la bebida Free registrando sus ventas a punta de lápiz, papel y calculadora; descubrieron clientes, abrieron nuevas rutas y estuvieron dispuestos a innovar cuando CCU comenzó a incorporar tecnología al proceso de venta. Es la historia de tres vendedores con más de 40 años de trayectoria.

Ellos, como el resto de la fuerza de venta, son el rostro de la compañía ante miles de clientes a lo largo del país. Almaceneros, botilleros y dueños de restaurantes a los que conocen en sus penas y alegrías, y a quienes han visto crecer y desarrollarse, al igual que CCU, durante las últimas décadas.

Del camión al Fiat 600

Fernando Sobarzo (67 años) revive el día en que compró su Fiat 600. Pagó 40 mil pesos de la época (1988) por un auto achacoso, con los tapabarros llenos de masilla y un motor malo que le costó otros 40 mil arreglar, recuerda entre risas. “En CCU nos dijeron que nos daban la posibilidad de pasar a un sistema de ´preventa´. Nos hicieron un pequeño curso y había que tener un vehículo para desplazarse”, recuerda el recién jubilado vendedor de Osorno.

Previamente, en 1981, Fernando había empezado a vender bebidas a través de “autoventa”, es decir, en un camión salía a repartir directamente los productos, ofreciéndolos uno a uno a los negocios. Ahora, CCU les proponía el inédito sistema de “preventa”, donde los clientes encargaban con antelación su pedido, el cual se despachaba al día siguiente.

Fue un cambio importante, recuerda el también vendedor José Bernal (59 años). “Este hito implicó que yo ingresara al Departamento de Computación y tuviese que desarrollar habilidades informáticas en los albores de la computación. Si bien tenía conocimientos básicos, fue el momento de ponerlos en práctica y avanzar en el crecimiento de CCU. Mi labor era registrar e ingresar los pedidos de los vendedores al sistema informático”, recuerda José, quien ha trabajado durante 30 años en Viña del Mar y sus alrededores.

El aparato registrador de ventas causaba furor en la ruta. “Era como esas máquinas con las que toman el estado del agua. Los niños nos miraban y había que mostrarles la maquinita para que estuvieran tranquilos. Quedaban admirados”, rememora Fernando, quien recorrió comunas como Fresia, Los Lagos, Futrono, Paillaco, La Unión y Puerto Octay, entre otras localidades.

Una película de ficción

“Si en 1992 me hubiesen mostrado cómo sería mi trabajo en el 2022, hubiese pensado que era una película de ciencia ficción”, dice José Bernal. Y es que, con los años, la revolución de la información llegó para transformar para siempre el sistema de ventas de CCU. “Ahora uno tiene una radiografía del cliente antes de irlo a ver, todo un historial, qué ha comprado más, qué ha dejado de comprar, cómo ha crecido. Esa información es muy valiosa”, agrega Fernando Sobarzo.

Y no solo información. La innovación ha sido un sello durante todas estas décadas, asegura Ricardo Rojas (54 años). “Cuando apareció la Lemon Stones nosotros decíamos, ¿una cerveza suave, con sabor a limón…? Pero fueron apareciendo nuevas cosas, nuevos productos, innovaciones y ¡han resultado!”, dice este vendedor de Ovalle, quien trabaja en CCU desde 1992.

Ponerse al otro lado del mesón

“Muchos clientes han crecido con CCU porque les hemos podido mostrar oportunidades. Con la pandemia, por ejemplo, muchos crecieron porque entendieron que podían tener lo mismo que un supermercado. Hay que apoyar al negocio chico”, dice Ricardo, para quien la clave de un buen servicio de venta es ser responsable, transparente y empático. “Siempre ser parte del cliente, ponerse al otro lado del mesón”, dice con convicción.

El mismo ánimo inspiró a Fernando Sobarzo hasta su último día de trabajo, el pasado 31 de marzo. “Siempre dije a mis colegas: yo no salgo a vender, yo salgo a hacer relaciones públicas, a relacionar a la compañía con los clientes. Que sea una relación amena y beneficiosa para el cliente y para la empresa”, dice este oriundo de Frutillar.

El respaldo de CCU

Desde el norte de Chile, Ricardo Rojas disfruta el dinamismo diario de su trabajo y poder ofrecer novedades a sus clientes. “Contarles las características de los productos y que reconozcan que venimos de una compañía sólida, no es cualquier cosa. Estando el respaldo de CCU atrás, se sabe que un producto es bueno”, dice.

Es un sentimiento que comparte José Bernal, quien antes de vender se desempeñó en diversas áreas, incluyendo contabilidad, bodegaje y cobranzas: “Desde que me incorporé a la fuerza laboral, mi segunda casa ha sido CCU. Fue mi primer trabajo y espero que también sea el último. Si bien a lo largo de los años hay cosas de dulce y agraz, si tuviera que sumar y restar mis experiencias en el trabajo, sin duda que el resultado final sería positivo”.

REPORTAJE PUBLICADO EN LA REVISTA ENCCUENTRO DE MAYO, PARA REVISARLO HACER CLICK AQUÍ