- El matrimonio compuesto por Priscila y Celso cumplieron su sueño de instalar un negocio en su Quilicura natal. Con esfuerzo, perseverancia y una buena dosis de innovación crearon “La Familia”, que hoy destaca por su variedad de productos y sofisticadas instalaciones.
La psicóloga Priscila Vera (36) y su marido Celso Pereira (38) siempre quisieron emprender. Los seducía la idea de contar con una botillería propia y, por eso, cada vez que veían a uno de sus conocidos le pedían lo mismo: “Tío, cuando no quiera seguir con el negocio, acuérdese de nosotros y véndanos la patente de alcoholes”, recuerda Priscila.
Y así sucedió. Corría 2014 y Priscila y Celso, que entonces tenían un hijo de 5 años, lograron esta meta. Comenzaron el desafiante camino de instalar “La Familia”, una exclusiva botillería en Quilicura, que se ha ganado los elogios de sus vecinos por su amplia y variada oferta, así como su sofisticada arquitectura.
“Le pusimos ese nombre porque queríamos que la gente se sintiera como en familia. Nos preocupamos de tener una fachada bonita con paneles de vidrio transparente y blindado y una vitrina de madera que tuviera una buena presentación de los productos, de manera de hacer de este un lugar diferente. Muchas personas vienen a mirar. En estos años, la botillería ha dado un salto, llega un público exclusivo atraído por la variedad de productos, precios accesibles y la atención”, explica su dueña.
Pero ese salto no fue automático. Fue el resultado de un trabajo arduo, constancia, innovación y foco en el cliente. Aquí las claves de este matrimonio que ya está a punto de expandir su negocio a Maipú y estrenar su primer sitio web.
- Perseverancia: «Una de las cosas más difíciles de comenzar este emprendimiento fue buscar un local que fuera apto para este negocio y que pudiéramos arrendar. No lo encontramos por años. Hasta que nos decidimos a comprar una casa -en la que también vivimos- y la adaptamos para convertirla en una botillería. También fue un desafío sacar todos los permisos. Partimos ´La Familia´ el 24 de diciembre de 2016, en un espacio muy pequeño. Mi suegro nos hizo las estanterías de madera. No teníamos todos los recursos económicos para echarla a andar, pero con la ayuda de nuestra familia, más un crédito logramos instalarnos”.
- Sacrificio: “Al comienzo mi marido y yo atendíamos desde las 12.00 del día a las 12.00 de la noche los días de semana y hasta las 03.00 am los viernes y sábados. Era muy sacrificado porque en la semana teníamos que llevar a mi hijo al colegio. Y no fue todo. Entonces tuve a mis otros dos hijos (hoy de 4 años y 11 meses) e incluso se me ocurrió terminar mi carrera de psicología. Fue complejo, pero lo logramos. Hoy ya contamos con 4 personas trabajando en el local y yo me dedico a la administración”.
- Pensar positivo: “En este emprendimiento siempre vas a encontrar dificultades y la clave es pensar positivo, de lo contrario, nada te va a resultar. Si una cosa no funciona, es fundamental buscar otra alternativa y no dejarse caer”.
- Atreverse a innovar: “Hay que atreverse a ser diferente, llamativo. Nosotros lo hicimos con la arquitectura de nuestro local que buscábamos que fuera amplio, limpio y luminoso. Lo fuimos logrando de a poco, demoliendo diversos espacios de la casa para llegar a un público exclusivo con productos de alto estándar. Hoy la botillería ya es más grande”.
- Enfocarse en el cliente: “Dar una buena atención es muy importante. Hay que tener paciencia, cariño y dedicación con el cliente para que vuelva. Sin el público, ¿Qué sería del negocio?»
REPORTAJE PUBLICADO EN LA REVISTA ENCCUENTRO DE AGOSTO, PARA REVISARLO HACER CLICK AQUÍ