- Lejos de ser un residuo, las botellas de PET tienen un creciente valor económico y pueden convertirse en materia prima para diversos usos. Atributos como la versatilidad, resistencia y peso ligero de este plástico, permiten reciclarlo una y otra vez a costos rentables generando nuevos productos y reduciendo significativamente su impacto en el Medio Ambiente.
Es el material más reciclado por los hogares chilenos. El polietileno tereftalato (PET) -utilizado para en-vasar bebidas gaseosas, aguas, jugos, aceites comestibles, artículos de farmacia, entre otros productos- representa un 55% de los residuos plásticos recuperados a nivel domiciliario en el país, según cifras de la Asociación Gremial de Industriales del Plástico (ASIPLA).
Por su inocuidad, resistencia e impermeabilidad –entre otras características-, el PET es ampliamente utilizado en la industria de productos alimenticios. Sin embargo, una de sus ventajas más sobresalientes es que se trata de un plástico 100% reciclable, lo cual lo ha convertido en un producto cada vez más atractivo para la industria recicladora en Chile y el mundo. “El PET es de los pocos tipos de plásticos que tienen la capacidad de ser reincorporados para su uso en otra cadena alimenticia. Su utilización en envases para fruta de exportación o la tecnología bottle-to-bo-ttle (hacer nuevas botellas a partir del reciclaje de estas mismas), son algunos ejemplos. Además, es de los plásticos más fáciles de reconocer en términos culturales, lo que facilita su reciclaje”, explica Verónica de la Cerda, CEO de la empresa chilena TriCiclos, referente internacional en tratamiento de residuos y reciclaje.
Así, lejos de ser un potencial residuo, los envases fabricados con PET tienen un valor económico creciente y pueden convertirse en materia prima para un amplio abanico de usos. En Chile, según explica Felipe Dutilh, Gerente General de Recipet -empresa que lleva más de 20 años en la industria del reciclaje-, se fabrican nuevos envases como contenedores y potes para fruta, cestos, bandejas, vasos, cajas para tortas, zunchos (cintas de embalaje de alta resistencia) e, incluso, se desarrollan fibras para la industria textil.
Tanto en Chile como en el mundo se pueden encontrar productos como mochilas, carpas, alfombras, tapices de automóviles e incluso ropa de baño, como hace Frøens, empresa que desarrolló la primera línea chilena de trajes de baño masculinos fabricados con tela importada, creada a partir del reciclaje de botellas de PET. “En vez de utilizar recursos no renovables como el petróleo para crear poliéster, convertimos el plástico ya existente de botellas en desuso y generamos una fibra de alta calidad, que luego se convierte en una tela flexible, suave y sustentable”, explica la marca a través de sus distintas plataformas.
Aun con todas estas ventajas y versatilidad en su uso, los consumidores chilenos todavía tienen camino por avanzar en la incorporación del reciclaje de PET como un hábito masivo y consistente en el tiempo, tomando real conciencia de que reciclar es el primer y más importante paso, y que es una responsabilidad que debe convocar a todas las personas.
Y es que, pese a ser el plástico más reciclado en los domicilios, aún no alcanza para abastecer el requerimiento nacional de PET para reciclaje, que anualmente demanda cerca de 15.000 toneladas, pero solo recibe unas ocho mil provenientes de los hogares del país. El resto se obtiene mediante la importación desde México, Ecuador y otras naciones de Centroamérica, explica Felipe Dutilh, quien reconoce que, aunque ha notado avances en la cultura de reciclaje, las cifras siguen siendo bajas.
“En estos últimos dos años hemos visto una evolución muy positiva hacia reciclar materiales. Confiamos en que seguirá en aumento, pues las nuevas generaciones vienen concientizadas de la protección que debemos hacer del Medio Ambiente, reconocen desde pequeños las materialidades y entienden que se puede reducir, reutilizar, reciclar. Regulaciones como la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) también van en esa línea”, explica.
Desde TriCiclos, en tanto, enfatizan en el rol que los distintos actores sociales tienen para seguir avanzando en esta materia. “Que un envase de PET tenga un segundo uso está totalmente vinculado a la capacidad del consumidor de llevarlo al punto limpio para que sea reciclado; las empresas, en tanto, tienen la responsabilidad de entregar productos bien etiquetados; el Estado y los gobiernos locales, por su parte, en educar en cuanto a crear hábitos de separación tanto en casa como en espacios públicos”, explica Verónica de la Cerda.
**REPORTAJE PUBLICADO EN LA REVISTA ENCCUENTRO DE ABRIL, PARA REVISARLO HACER CLICK AQUÍ